Dra. Gioconda Batres M茅ndez.
Directora:
Programa Regional de Capacitaci贸n contra la Violencia de G茅nero y Trauma Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevenci贸n del Delito y Tratamiento del Delincuente
P醙ina
 

-LA TERAPIA G?NERO SENSITIVA CON VICTIMAS Y PERPETRADORES DE LA VIOLENCIA SEXUAL: UN APORTE LATINOAMERICANO

el 15/10/2009 21:50:00 (12700 Lecturas)


Tratamiento para adultas sobrevivientes de violencia sexual



a) El papel del terapeuta
Algunas caracter?sticas deseables para el perfil de un (una) terapeuta en el tema del abuso sexual, en todas sus formas, difieren de los requisitos tradicionales. M?s bien, incluyen:

  • Haber recibido entrenamiento en la perspectiva de g?nero.

  • Haber trabajado el tema del poder.

  • Saber lidiar con su dolor.

  • Conocer los l?mites y reglas que protegen a las sobrevivientes durante la relaci?n grupal o individual.

  • Aceptar que el incesto y el abuso sexual contra las ni?as y los ni?os son delitos.

  • Reconocer que la terapia de familia o de pareja no es un enfoque apropiado en esta fase del proceso de apoyo.

  • Admitir la validez del trabajo en grupo.

  • Sentir comodidad al tratar aspectos de la socializaci?n y discriminaci?n.

  • Aceptar que sus valores y normas pueden ser comunicados al (la) cliente (a).



Adem?s, debe ser responsable por explotar sus valores y reconocerse como persona socializada en un mundo sexista, cuya transformaci?n es indispensable.

Es necesaria tambi?n una gran sensibilidad hacia la discriminaci?n experimentada por los (las) ni?os (as), los (las) ancianos (as), los (as) pobres, (los) discapacitados (as), los grupos ?tnicos y raciales y por las personas con orientaciones sexuales diferentes.

Este proceso terap?utico debe estar basado en un compromiso por la igualdad entre mujeres y hombres, y en una relaci?n lo m?s sim?trica posible entre terapeuta y paciente.

Para ello, se debe estar dispuesto (a) a adquirir el compromiso personal y profesional de luchar por el cambio de la sociedad.

Empero, a lo largo de mi experiencia cl?nica he aprendido que el papel del (de la) terapeuta es mucho m?s complicado que lo anotado anteriormente. Las relaciones transferenciales que surgen son de gran fuerza, por la complejidad de los hechos, los dilemas inherentes al incesto (por ejemplo) y las dram?ticas oscilaciones emocionales y conductuales sufridas por las sobrevivientes durante las sesiones de trabajo.

Valga aclarar que las terapias pueden ser grupales, individuales o mixtas (cuando una persona desea asistir a ambas). Las t?cnicas grupales pueden aplicarse tambi?n en la terapia individual, lo importante es la filosof?a que el (la) terapeuta del paciente tenga, el marco te?rico de la terapia y el entrenamiento que haya recibido el (la) profesional. Esto ?ltimo es de vital importancia.

Cuando se trabaja como terapeuta de v?ctimas infantiles y sobrevivientes de incesto, hay que disponerse a o?r sobre grandes dolores, necesidades, enojos y desesperaciones. Pero adem?s, se debe luchar contra ambivalencias y dependencias hacia ofensores, escuchar secretos muy ocultos, placer sexual derivado de la relaci?n sexual o placeres psicol?gicos producidos por la posici?n en que colocan al (a la) ni?o (a) algunos ofensores. El (la) terapeuta escuchar? sobre actos atroces y esto le involucra como testigo, lo cual le enfrenta a una clara visi?n de la gran injusticia y soledad vivida por las sobrevivientes. En otras palabras, el (la) terapeuta adquiere tarde o temprano un compromiso moral (Herman, 1992).

El (la) terapeuta deber? tener siempre presente que ante cualquier vivencia experimentada por el (la) peque?o (a) ni?o (a), el incesto y todo tipo de violencia sexual siempre son abusivos, dadas las diferencias de poder entre adultos (as) y ni?os (as), la dependencia derivada de esta y de la violaci?n de todo tipo que se da. La v?ctima nunca es culpable, cualquiera que sea su circunstancia.

De igual modo, el (la) terapeuta debe ser una testigo incondicional, pero no indulgente; nutriente, pero no sobreprotector (a). Su papel es al mismo tiempo relacional e intelectual y debe propiciar en la sobreviviente la introspecci?n, la conexi?n consigo misma y con los dem?s (Herman, 1992). Asimismo, ha de mantener l?mites claros y precisos sobre su relaci?n con la (el) clienta (e), quien muchas veces intentar? manipularle para lograr mayor protecci?n y seguridad. Por eso se requieren habilidades cl?nicas para intervenir en caso de crisis, intentos de suicidio o ataques de p?nico.

El (la) terapeuta experimentado (a) conoce que los principales traumas psicol?gicos producidos por el incesto son la p?rdida de poder y la desconexi?n con los dem?s. Este conocimiento le capacita para aceptar como m?s apropiado el tratamiento grupal, pues es el m?s efectivo, aunque estas tareas puedan lograrse, m?s lentamente, en la terapia individual. El (la) terapeuta debe tener muy claro que la sobreviviente es la experta de su recuperaci?n (Herman, 1992; Batres, 1994). Su papel es promover la adquisici?n de ese poder y del control de la vida del paciente.

Empero, por m?s simetr?as que intentemos establecer como terapeutas, las relaciones establecidas en la terapia nos dan m?s poder frente a personas que fueron sometidas a controles autoritarios y s?dicos. Por eso el (la) terapeuta debe cuidarse de no ser prepotente ni de usar la supremac?a en forma inadecuada; esta debe ser una herramienta para inducir el proceso de curaci?n.

b) Terapia g?nero-sensitiva con hombres
En los ?ltimos a?os, te?ricos (as) de la psicolog?a, especialmente las feministas, hemos refutado paradigmas considerados como androc?ntricos en la salud mental y en los modelos de atenci?n terap?utica.

Tambi?n muy recientemente, el ?movimiento de hombres? ha reflexionado sobre el significado estereotipado de la masculinidad y ha cuestionado los modos cl?sicos de concebir a los hombres y las mujeres, de modo que se ha apropiado de algunas caracter?sticas estereotipadamente consideradas ?femeninas?.

Una de estas te?ricas es A. Ganley (1992) y en un interesante trabajo propone un modelo androg?nico de salud mental, en el cual hombres y mujeres pueden ser sociables, ambiciosos, diestros, expresivos, racionales, capaces de dar y recibir cari?o, asertivos, receptivos, independientes y dependientes, individualistas y cooperadores. Este modelo permite la flexibilidad de roles, la equidad y el respeto por los derechos humanos, por ello, de su posici?n te?rica he tomado muchos elementos para construir un modelo de tratamiento que llamo ?la perspectiva g?nero-sensitiva en el abordaje de los hombres abusivos?.

En este sentido, la autora mencionada se?ala que la terapia g?nero-sensitiva para hombres es tanto una filosof?a como una escuela particular de terapia.

Una idea central de esta filosof?a es que la ideolog?a, la estructura social y la conducta se encuentran vinculadas entre s?. Al mismo tiempo, destaca las consecuencias negativas de los roles sexuales estereotipados en la salud mental y la importancia de la socializaci?n a la hora de adquirir estos roles.

Al mismo tiempo enfatiza la responsabilidad personal de cada ser humano en terapia por el cambio y se?ala el papel que juega el poder dentro de las relaciones hombre-mujer y en las estructuras sociales, con respecto a las diferencias de g?nero.

El proceso terap?utico fenomenol?gicamente, dice, es no solo un proceso de cambio de un individuo, sino de las instituciones sociales, e incluye por lo tanto la estructura misma de la psicoterapia, situaci?n que formulo en mi libro sobre v?ctimas de incesto (G. Batres, 1997).

c) Los aspectos m?s importantes por elaborar

Es claro que las variaciones individuales, ?tnicas, de clase y culturales son importantes cuando se construye la masculinidad. Sin embargo, existe una hegemon?a sustantiva en el aprendizaje de los roles sociales gen?ricos, tanto para hombres como para mujeres.

A continuaci?n algunos temas que recomiendo analizar en el proceso de la terapia g?nero-sensitiva con hombres (Batres, 2002):

1. Asuntos sobre realizaci?n personal:

Los hombres han sido socializados para valorar su realizaci?n y medir lo que valen de acuerdo con su producci?n. Ellos adquieren sus sentimientos de val?a por medio de sus logros, los cuales tienen sus determinantes, por ejemplo, deben ser muchos y grandes (puede tratarse de f?tbol, ventas, actividad sexual, procedimientos quir?rgicos, asuntos legales, agricultura, venta de drogas ilegales, trabajo filantr?pico, etc.).

La terapia g?nero-sensitiva, por lo tanto, debe hacer m?s ?nfasis en el aspecto de las relaciones interpersonales, no como instrumento para alcanzar objetivos, sino en las satisfacciones humanas que deriva. Este ?nfasis es particularmente importante en hombres abusivos, cuyas relaciones no son m?s que instrumentos para alcanzar poder, lucro y satisfacci?n.

Por ende, el hecho de incluir el an?lisis de la socializaci?n diferencial por g?nero le ser? de mucha ayuda al hombre en terapia, pues lograr? identificar sus limitaciones con respecto a las relaciones interpersonales.

2. La invalidaci?n de la intimidad:

Algunas autoras como N. Chodorow (1984), han descrito que los hombres, por razones relacionadas con su socializaci?n, sienten ira o ansiedad con las relaciones ?ntimas. Este miedo puede ser ?actuado? por medio de conductas sexuales promiscuas, o por el contrario, con distancia emocional, de modo que se comporte como el cl?sico hombre distante.

La terapia g?nero-sensitiva es ?til en forma particular para hombres con dificultades para ser ?ntimos, porque hace ?nfasis en los roles sexuales estereotipados que obligan a este aprendizaje de lo masculino. El problema no es tratado bajo los t?rminos de un suceso del pasado, tal y como el abandono de la madre, su rechazo, o un mal matrimonio, como es frecuente en el abordaje tradicional de pacientes hombres en terapia, sino como resultado de su socializaci?n (A. Ganley, 1992, Batres 2002).

El objetivo de la terapia g?nero-sensitiva es tambi?n aumentar la intimidad en diversas relaciones: la de padre-hijos (as), amigos (as) y hombres-mujeres en general.

3. La expresi?n de pensamientos ?ntimos o de sentimientos:

Muy cercana a la dificultad para la intimidad se encuentra la expresi?n de sentimientos.

Al concederle m?s importancia a los logros que a las relaciones, durante todo el proceso de socializaci?n masculino, no es sorprendente que las destrezas para relacionarse con cercan?a y expresar sentimientos no est?n presentes.

El ideal masculino tiene que ver con el hecho de que los hombres deben ser fuertes, insensibles, esforzados y los mejores en todo. Por ende, revelar lo ?ntimo viene a ser una debilidad. Cuando pregunto a mis pacientes hombres si le han contado a alguien las dificultades que comparten conmigo, con frecuencia soy la primera persona con la cual se han atrevido a hablar.

No aliento este binomio, por lo contrario, estimulo que tengan con sus compa?eros (as), amigos (as) o esposas para este tipo de expresiones.

Esta falta de comunicaci?n, de expresi?n ?ntima y afectiva no es inocua, dificulta el autoan?lisis y la comprensi?n sobre otras personas, ya que a falta de realimentaci?n, se refuerzan las distorsiones y las malas interpretaciones de los sentimientos y las conductas de los (as) otros (as). En ese entorno entonces, la terapia g?nero-sensitiva analiza los roles sexuales y la socializaci?n, ayuda profundamente a los hombres a valorar su subjetividad y finalmente, les permite desarrollar empat?a, indispensable en el mantenimiento de conductas no abusivas.

4. Expresi?n de la ira:

Los hombres son socializados para expresar la c?lera. Aunque no todos los hombres golpean a sus c?nyuges, la mayor parte de ellos canaliza mal el enojo. Los hombres emplean esta conducta para intimidar, controlar y castigar a otras personas. El enojo masculino debe ser tratado en terapia en forma distinta, de acuerdo con el g?nero, dado que la ira femenina est? m?s bien reprimida (G. Batres, 1997).

5. Capacidad para escuchar:

Los hombres tienden a poseer las destrezas de comunicaci?n necesarias para los roles instrumentales. Dan ?rdenes, definen demandas, interrumpen e interrogan f?cilmente a los(as) dem?s. Por lo contrario, est?n presentes las dificultades para escuchar y escuchan una parte de lo que se les dice, especialmente a las mujeres. La terapia g?nero-sensitiva hace ?nfasis en esta limitante.

Por ejemplo, los ejercicios para hombres abusivos est?n dirigidos a mejorar su capacidad para escuchar, especialmente las necesidades y emociones de sus v?ctimas, pues ellos consideran que las mujeres y las v?ctimas infantiles est?n para satisfacerlos y escucharlos siempre. Igualmente, distorsionan o niegan con frecuencia las demandas de las personas que victimizan. Por tanto, un an?lisis de la socializaci?n es de gran importancia en este punto para entender que lo relacional ha sido devaluado a favor de lo instrumental, como lo expliqu? en el punto 1 de este an?lisis. Valga aclarar que os ejercicios para estimular el rol de escuchar resultan muy ?tiles para elaborar este punto.

El objetivo de las relaciones masculinas suele ser la b?squeda de poder y control. Para ellos las relaciones tienen un arriba y un abajo, y ning?n hombre desea estar abajo.

Es m?s, cuando en la terapia con ofensores analizo el concepto de la equidad en las relaciones conyugales, ellos siempre sienten esta variaci?n en la jerarqu?a como una amenaza. La igualdad la perciben como una p?rdida, una humillaci?n y no es inusual que aparezca el miedo a ser ahora los explotados. En ese contexto, la terapia g?nero-sensitiva propone al hombre modelos de colaboraci?n en vez de competencia y dominaci?n.

6. Autonutrici?n y nutrici?n hacia otras personas:

Los hombres esperan que la satisfacci?n de sus necesidades provenga de las mujeres. Puede ser que este mandato est? determinado por el hecho de que ellas son las primeras nutrientes, patr?n decidido por el g?nero, pero tambi?n este ha definido que este sea un trabajo femenino. Los hombres abusivos, en general, esperan que las mujeres est?n siempre dispuestas a calmar sus dolores y a llenar sus necesidades.

Por tanto, la terapia g?nero-sensitiva visualiza las consecuencias de esta expectativa: en primer lugar, la forma en que las mujeres son vistas como la ?nica fuente de nutrici?n. En segundo lugar, la violencia en la pareja aparece muchas veces como resultado de no cumplir esta expectativa. Hombres que consideran que sus mujeres ?no los comprenden, ayudan o soportan?, utilizan la violencia para conseguirlo, o castigarlas si no lo hacen.

En la terapia g?nero-sensitiva el hombre debe ser estimulado para que establezca sus propios cuidados, pero tambi?n para ense?arlo a cuidar a otros (as), y a desarrollar destrezas para expresar cari?o sin esperar de las mujeres inmediata reciprocidad. Dar sin demandas de recibir algo en forma inmediata, es mal tolerado por los hombres abusivos, que a cada peque?o paso, cuando est?n en terapia, esperan recompensas y al no recibirlas a su velocidad o tiempo, suelen enojarse.

7. La pornograf?a. Su an?lisis en terapia:

El 100% de los ofensores sexuales adultos que he tratado leen o ven con frecuencia pornograf?a. D. Russell (1986) ha propuesto una relaci?n estrecha entre pornograf?a y violaci?n. Ella cree que aquella predispone al hombre a violar porque:


  • La violaci?n se presenta como un acto sexualmente deseado por las mujeres.

  • Sexualiza la dominaci?n y la sumisi?n.

  • Convierte a la mujer en objeto.

  • Aumenta los mitos sobre la violaci?n.

  • Trivializa la violaci?n.

  • Refuerza la aceptaci?n del dominio masculino.

  • Desensibiliza a los hombres sobre los efectos de la violaci?n y la violencia.

  • Disminuye el miedo a las sanciones sociales.



Un estudio con universitarios norteamericanos report? que del 25% al 60% declar? que violar?a si no fueran atrapados, y que del 25% al 30% se excitaban con im?genes de violaci?n (D. Russell, 1986). En la terapia, el an?lisis de la relaci?n entre pornograf?a y sexualidad lo encuentro fundamental para comprender la construcci?n de la sexualidad masculina. Muchos hombres no saben que a las mujeres no les gusta c?mo son vistas en la pornograf?a y creen que porque ellos se excitan, ellas tambi?n deben o quieren este tipo de sexualidad.

8. Sexo coercitivo y sexo consensual:

Lo visto en el apartado anterior se complementa con el hecho de que el hombre ha sido socializado para dominar y vencer ?la resistencia? de la mujer.

Para ?l, un no suele representar un s? que se debe encontrar. En una oportunidad, una paciente me comentaba que cuando sali? con el chico m?s popular del colegio, ?ste le pregunt? que si a ella ?l le gustaba. A la respuesta de no, el chico le dijo: ?timidilla, la muchacha? y avanz? f?sicamente con la certeza de que era timidez y no una negativa deseada.

Este modelo de socializaci?n de la sexualidad sienta las bases para la violaci?n o la violencia sexual. La discusi?n en terapia de estos asuntos debe ser incluida y ha de promover modelos consensuados de relaci?n sexual. Un modelo consensual para el ejercicio de la sexualidad y la fidelidad se compone de valores propuestos por la terapia g?nero-sensitiva.

9. El no y la herida masculina:

Los hombres en terapia con frecuencia se quejan de desprecios provenientes de familiares o mujeres con las que tienen relaciones. De forma especial, los hombres violentos presentan esta queja en forma frecuente y como respuesta, usan el castigo para quienes sienten que los humillan con una respuesta negativa. Esto tiene relaci?n con asuntos gen?ricos, pues los hombres se han socializado para tener relaciones de autoridad en donde la norma est? definida por sus decisiones. Cuando no se cumple, esta variaci?n es percibida como rechazo deliberado y, en consecuencia, est?n seguros de que quienes se atreven a salirse de sus normas y decisiones merecen castigos.

Por tanto, un trabajo de la terapia con ofensores es volverlos a socializar para que acepten las negativas y los perciban como actos de autonom?a de las otras personas, no como un ataque personal.

10. Soluci?n no coercitiva de problemas:

Con frecuencia en los libros sobre tratamiento para hombres violentos se proponen diversos m?todos dirigidos al aprendizaje de la comunicaci?n asertiva. Estos ejercicios deben ser usados con cuidado. Muchos ofensores m?s bien son h?biles para manipular y hablar demasiado.

La terapia g?nero-sensitiva promueve la asertividad siempre y cuando estas estrategias no sean utilizadas por el hombre para ser m?s persuasivamente coercitivo.

En este modelo sensible al g?nero, el entrenamiento de la asertividad debe ser incrementado s?lo como un medio para llegar al objetivo de fortalecer las relaciones mediante una buena comunicaci?n.

11. Creencias relacionadas con las mujeres:
El modelo de socializaci?n diferencial ha extraviado a los hombres en el conocimiento de las mujeres. La terapia g?nero-sensitiva, bas?ndome de nuevo en Ganley (1992) y Batres (2002) requiere que exista una reeducaci?n del paciente con respecto a c?mo son las mujeres, cu?les son sus deseos y derechos. Este aspecto es especialmente importante con hombres abusivos, quienes han cosificado (las ven como objetos) a las mujeres y adem?s tienen sobre ellas los m?s estereotipados y negativos conceptos. Por eso, todo un m?dulo en el tratamiento debe ser orientado para lograr la deconstrucci?n de los estereotipos de los hombres sobre las mujeres, que no son m?s que el resultado de los conceptos mis?ginos de esta sociedad.

12. El poder:

La terapia g?nero-sensitiva analiza una multiplicidad de asuntos sobre poder, sus diferentes clases, la coerci?n, la intimidaci?n para obtenerlo, las desigualdades entre las mujeres y los hombres y el g?nero como fuente del poder.

En la terapia con agresores cuando la terapeuta es mujer, el poder de ella es terap?utico para el paciente. Dado que el aprendizaje de la responsabilidad sobre el abuso es fundamental con estos clientes, el que el (la) terapeuta tenga poder ayuda a que ellos acepten las indicaciones terap?uticas y se relacionen, en un contexto menos amenazante, con un modelo de mujer en?rgica y asertiva.

El (la) terapeuta modela un tipo de mujer que los ofensores han despreciado. Ergo, en este contexto psicol?gicamente seguro, pueden aprender un nuevo modelo de relaci?n.

TERAPIA CON ADULTAS SOBREVIVIENTES DE VIOLENCIA SEXUAL



Las sobrevivientes por efecto del trauma psicol?gico pierden sus capacidades b?sicas para la confianza, la autonom?a, la iniciativa, la competencia, la identidad y la intimidad (Herman 1992, Batres 1997). Por tanto, la recuperaci?n debe atravesar tres etapas para garantizar el proceso y la seguridad de la paciente. La primera la he denominado ?Seguridad hoy?. Al igual que Herman, he dividido la recuperaci?n en tres fases, que aunque se traslapen entren s?, a pesar de ello su funci?n operativa es de inigualable valor. Esta teorizaci?n aparece en el libro de mi autor?a Del Ultraje a la Esperanza y es la columna vertebral de los manuales para tratamiento de adultas, adolescentes, ni?os y ni?as, v?ctimas de abuso sexual (1997, 1999, 2000).

Primera etapa: Seguridad hoy

La gu?a fundamental a lo largo de la terapia es conseguir que la sobreviviente obtenga el poder y el control que perdi? al ser traumatizada. As?, el objetivo para esta primera fase es iniciar unos mecanismos que consoliden la seguridad y ciertos elementos b?sicos conductuales y afectivos para establecer el manejo del presente.

Las cuestiones m?s da?adas tienen que ver con la percepci?n del cuerpo y sus relaciones ?ntimas. A menudo sienten que no pueden controlar sus emociones y presentan muchos s?ntomas, como depresiones y enojo excesivo (Batres 1997).

Por tanto, el manejo de algunos s?ntomas postraum?ticos por medio de diferentes estrategias es otro objetivo de esta fase. La disforia, los impulsos suicidas y el aislamiento son algunos de los s?ntomas que deben ser abordados. Esta es una primera tarea para luego proseguir al control del entorno.

En la praxis, el desarrollo de este tipo de habilidades, planes y alianzas terap?uticas interpersonales, puede durar mucho tiempo, pero la idea es ayudar, mediante el an?lisis, a identificar las distorsiones cognitivas, y ense?arles a manejar sus crisis depresivas, lo que les da mayor capacidad de respuesta a su entorno real.

La familia y la relaci?n del abusador con la sobreviviente deben de ser estudiadas en forma minuciosa tambi?n. Es sorprendente descubrir la gran cantidad de sobrevivientes adultas que siguen sometidas por sus abusadores a relaciones coercitivas, aunque el abuso sexual se haya detenido.

Consolidar el v?nculo con el (la) terapeuta es fundamental para el establecimiento de la seguridad. Este proceso sufre altibajos durante esta fase, por el gran obst?culo que tiene la sobreviviente para confiar en otros seres humanos, por lo que este v?nculo deber? tener una fortaleza aceptable antes de que se inicie la discusi?n del abuso. La alianza ha de tener caracter?sticas muy especiales y basarse en la confianza para permitir que el (la) terapeuta utilice un estilo directivo, sin que eso signifique que haya alg?n tipo de coerci?n. Tambi?n debe tener flexibilidad para lograr una relaci?n horizontal, en lugar de una vertical e intervenir para proteger, sin violar la autonom?a.

Segunda etapa: recuerdo y duelo

Romper la barrera de la amnesia no es la parte m?s dif?cil de la reconstrucci?n de la historia traum?tica, sino enfrentar las emociones asociadas y los significados que se les ha dado a esos acontecimientos.

Los estudios sobre memoria traum?tica (Van der Kolk, 1996) han aclarado sus caracter?sticas y el abordaje terap?utico que requiere. Tras el estudio riguroso de las personas que han sufrido traumas se ha podido determinar que el recuerdo del acontecimiento traum?tico es capaz de te?ir el resto de su vida ps?quica. Esta tiran?a del pasado interfiere con la mayor?a de las capacidades y la persona se concentra selectivamente en buscar recordatorios del pasado. El acontecimiento traum?tico se constituye en una idea fija que no puede eliminarse, ya que no se ha transferido a la memoria narrativa. Por ello esta idea contin?a apareciendo de diversas formas, como memorias intrusivas, percepciones aterrorizantes, preocupaciones obsesivas y experiencias som?ticas intensas (Calcedo, 2000, van der Kolk 1996).

Parad?jicamente las defensas adaptativas se convierten ahora en grandes obst?culos, entre ellos los estados disociativos, la identidad fragmentada, un sentido doble del yo, pensamiento doble y la culpa extrema. En este per?odo tambi?n deben ser analizados y reconstruidos los pensamientos asociados al abuso sexual, por lo que se rompen viejos patrones de silencio y secreto. En esta segunda fase, la sobreviviente verbaliza lo que permaneci? en im?genes, sue?os, recuerdos intrusivos y sensaciones corporales.

El (la) terapeuta tambi?n deben investigar la historia antes del abuso. Debe tratar de discernir el significado de la revelaci?n y discutir los mensajes de la ni?ez y las creencias sobre abandonar el secreto, con el fin de anticipar las posibles reacciones. La sobreviviente empero, necesita la seguridad de que sus experiencias recibir?n validaci?n y no ser?n ignoradas. Por eso, el (la) terapeuta debe comprender la sintomatolog?a dentro del contexto del abuso, como mecanismo de acomodo y de sobrevivencia.

La forma de reconstruir el trauma puede ser verbal o escrita, am?n de que la exploraci?n de los sentimientos asociados a los recuerdos y el relato de los hechos resultan indispensables durante el proceso. La sobreviviente necesita relatar con detalle el abuso y para ello, el (la) terapeuta la ayudar? a darle dimensi?n temporal a su experiencia porque la sobreviviente estar? sinti?ndose como cuando era ni?a. Adem?s, el (la) profesional debe estar muy alerta ante pensamientos suicidas o repliegues protectores.

Tambi?n, es conveniente indagar sobre el sistema de valores que le ense?? el abusador y el abuso sexual. Aqu? el (la) terapeuta debe suministrar el contexto cognitivo, emocional y moral, y facilitarle una nueva versi?n de los eventos que le permita encontrar la dignidad. Recu?rdese que la verdad expresada restaura y faculta a la sobreviviente para reconocerse como digna al compartir esta denuncia testimonial.

Asimismo, el profundo significado de la sanaci?n mediante la palabra, es la esencia de la terapia y facilita la elaboraci?n de los procesos primarios y secundarios de los traumas en un ambiente de apoyo, seguridad y afecto.

Dado que las sobrevivientes han estado sometidas a abusos cr?nicos, en ocasiones desarrollan una cantidad de s?ntomas som?ticos los cuales pueden exacerbarse en este per?odo. Por tanto, la medicaci?n (antidepresivos y ansiol?ticos) puede ser ?til en este momento.

Esta fase suele transcurrir lentamente porque enfrentarse a los recuerdos fragmentados y al dolor produce muchas resistencias y una sensaci?n de humillaci?n. Otras veces la sobreviviente intenta sustituir el enojo por el perd?n. Simb?licamente esta es una fantas?a para exorcizar el trauma y adquirir poder, pero parad?jicamente, las compensaciones se dan cuando las sobrevivientes aceptan el da?o y el dolor, y no necesitan reparaci?n alguna por parte de sus perpetuadores. Mientras exista esta fantas?a de victoria, el trauma seguir? ganando terreno.

La finalizaci?n de esta fase se puede medir cuando la sobreviviente dirige su mirada hacia el futuro, el dolor no ocupa toda su vida, las pesadillas traum?ticas desaparecen, se regula el sue?o, los sentimientos de placer emergen y los v?nculos se disfrutan.

Tercera etapa: reintegraci?n y revaloraci?n

Las tres etapas por las que transitan las sobrevivientes de abuso sexual en su terapia, no se cumplen con rigidez esquem?tica en el proceso. Se entrecruzan, reaparecen y desaparecen procesos durante las tres fases. Por ende, el ?nfasis de esta fase es el desarrollo del deseo y la iniciativa (Herman 1992), el cambio de valores, el resurgimiento de alegr?a y del fortalecimiento de los v?nculos y la vinculaci?n con los dem?s.

En esta fase las sobrevivientes tienen menos culpa y verg?enza y valoran sus fortalezas. Asumen con m?s claridad que la responsabilidad del abuso fue de los adultos, cuestionan los valores distorsionados que aprendieron de los abusadores y construyen un sistema de valores personal, basado no en el odio sino en la sabidur?a que implica procesar el sufrimiento.

El pasado ha quedado atr?s; ha dejado profundas huellas pero ya no ocupa todo su presente. La sexualidad vuelve a ser examinada pero exenta de distorsiones. Ahora la autonom?a es un tema central.
P醙ina
 
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