INCESTO EN CENTROAM?RICA

Fecha 23/4/2010 17:54:29 | Tema: Articulos




Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas

 para la Prevenci?n del Delito y Tratamiento del Delincuente

 ILANUD 



Programa Regional de Capacitaci?n contra la Violencia Dom?stica 




INCESTO EN CENTROAM?RICA


XII Congreso Centroamericano

V Congreso Hondure?o de Psiquiatr?a

Tegucigalpa, Honduras

31 marzo al 4 de abril, 1998





Dra. Gioconda Batres M?ndez

Directora Programa Regional de Capacitaci?n

contra la Violencia Dom?stica



 

INTRODUCCI?N

La violaci?n, el abuso sexual, el incesto, la agresi?n f?sica a mujeres y el hostigamiento sexual, no son problemas distintos y el entender sus interrelaciones ayuda a comprender a cada uno de ellos.


Cuando las v?ctimas de estos cr?menes son analizadas conjuntamente, constituyendo un problema de origen com?n, encontraremos que probablemente la vida de todas las mujeres ha sido afectada como m?nimo una vez por alguna de estas formas de violencia.


La violencia contra las mujeres, las ni?as y los ni?os en el ?mbito dom?stico est? reconocida como un problema mundial significativo.


Su an?lisis desde la perspectiva de g?nero, es decir, desde el reconocimiento de la existencia de la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, dentro y fuera de la familia nos proporciona los elementos necesarios para su comprensi?n.


Vivimos en una sociedad sexista, en donde las conductas violentas contra las mujeres est?n inscritas en un sistema de relaciones de poder/subordinaci?n entre los g?neros, que abarcan toda la sociedad.


En todas estas conductas se utiliza el sexo, la fuerza f?sica, para lograr poder o el poder para obtener sexo. (Wise, Stanlez, 1992). Se reduce a las v?ctimas a denigrantes tratos, como si fuesen objetos, con el prop?sito de ejercer este poder.


Tienen como prop?sito tambi?n poner a las mujeres "en su lugar", o como me dijo un polic?a paname?o, "para demostrarles qui?n es el jefe?.


Invaden de terror la vida de las mujeres y pueden ir desde ejercicio sutil de la violencia, hasta el asesinato. Destrozan la capacidad de amor y de confiar de las v?ctimas con las consecuentes dificultades a lo largo de sus vidas.


E1 desconocimiento de esta realidad siempre conduce a la revictimizaci?n de las v?ctimas de estos cr?menes que como han demostrado infinidad de estudios, en el 90% son mujeres.


En la regi?n centroamericana, el patr?n de victimizaci?n muestra una similar distribuci?n estad?stica por sexo.


Lamentablemente, a?n en nuestros d?as, estas conductas siguen siendo analizadas a trav?s de mitos, que han jugado un papel oscurecedor importante.


En Am?rica Central, apenas empezamos a teorizar, investigar y recoger informaci?n sobre todas las manifestaciones de la violencia intrafamiliar. Muy pocos estudios se refieren al incesto y otros abusos sexuales infantiles, a su tratamiento y sus secuelas.


Por ello, tomar? el corto tiempo que me ha sido asignado el d?a de hoy para centrar mi charla alrededor del tema del incesto, sobre el que investigo desde 1980 y he escrito un libro titulado en el que recojo mi experiencia en Am?rica Central con las v?ctimas de este t"Del ultraje a la esperanza. Tratamiento de las secuelas del incesto", error sexual.


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DEFINICIONES


 A. DEFINICIONES SOBRE EL INCESTO Y ABUSO SEXUAL INFANTIL


Con el objeto de que haya un acuerdo en el an?lisis considero conveniente especificar, desde mi enfoque, el concepto de incesto, abuso sexual y el significado de los vocablos: v?ctima, victimario u ofensor. Esto no se ajusta a las definiciones dadas en los c?digos regales ni en los textos cl?sicos de psicolog?a y psiquiatr?a (Hymen, Tesar, 1994). En efecto, estas las he construido desde la perspectiva de la v?ctima, despu?s de estudiar a m?s de mil v?ctimas y sobrevivientes de todas las edades, sexos, razas, condici?n econ?mica y de haber tenido bajo tratamiento a 400 mujeres.[1]


Observ? que en su mayor?a presentaron un conjunto de secuelas comunes, con independencia del lazo consangu?neo con sus ofensores, y tal como la teor?a de Finkelhor (1994) lo se?ala, el da?o ten?a m?s relaci?n con la traici?n, el terror, el estigma y la sexualizaci?n traum?tica a que fueron expuestas. Hay evoluciones distintas, pero ?stas dependen m?s de la cercan?a con el ofensor, del sexo del mismo, de la torture adicionada al abuso, que de la consanguinidad.


He denominado a estas definiciones "una definici?n desde la perspectiva de la v?ctima y el da?o".


A pesar de los cuestionamientos actuales dados con respecto al uso de la palabra v?ctima, a ra?z de las connotaciones del t?rmino "debilidad" pare seres humanos de grandes fortalezas, he preferido identificar con este concepto a las ni?as y ni?os sujetos al abuso sexual y al incesto. E1 t?rmino v?ctima y victimario determinan con claridad en quien reside la responsabilidad del agravio frente a la vulnerabilidad e impotencia en la que las ni?as (os) se encuentran ante las adultas (os) que los utilizan sexualmente. Para las adultas (os) he incorporado de los grupos norteamericanos la palabra sobreviviente


En 1991 apareci? mi primer concepto sobre incesto en el desplegable informativo de la Fundaci?n Ser y Crecer. Luego en el libro "La violencia en la familia costarricense" publicado por el Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas pare la Prevenci?n del Delito y Tratamiento del Delincuente (ILANUD) con motivo de la ponencia elaborada por el equipo del programa Mujer, Salud y Desarrollo a solicitud de la Organizaci?n Panamericana de la Salud (1991).


Con los a?os las definiciones se han ampliado y profundizado, pero en el meollo permanecen inalterables.


M?s que el contacto f?sico o la penetraci?n; son el secreto y la traici?n y el da?o psicol?gico, los elementos fundamentales de la definici?n. Este concepto puede ayudar a las (os) terapeutas y proporciona a la (os) juezas (ces) herramientas psicol?gicas adicionales para comprender que la destrucci?n causada va m?s all? del da?o f?sico. Toma en cuenta adem?s que la penetraci?n se da en muy pocos casos y que en todos los tipos de incesto el da?o es inmenso.


Claro, he encontrado, secuelas m?s graves en sobrevivientes que han sido objeto de abuso por m?ltiples agresores y cuyos abusos sexuales se han acompa?ados de conductas s?dicas, ritualistas y prolongadas.


 1) INCESTO:


Toda agresi?n de ?ndole sexual, indirecta o directa entre una ni?a o ni?o y un adulto o adulta, que mantenga con la ni?a o el ni?o lazos caracterizados por la amistad, confianza, afecto, parentesco o autoridad. Si estos lazos tienen que ver con el cuidado, protecci?n y gu?a de la ni?a y ni?o los considero de caracter?sticas similares a los consangu?neos.


Esto incluye profesionales, amigas (os) de la familia, personas relacionadas con la educaci?n y orientaci?n de ni?as (os) y con sus cuidados f?sicos y afectivos, y que por su rango representan para la ni?a o ni?o una autoridad.


               1.1.1 La agresi?n sexual indirecta:


        Someter a la ni?a o ni?o a mirar pornograf?a, a realizar actos de ?ndole sexual para satisfacci?n del perpetrador; como mostrar sus genitales, o mostrarlos a los infantes con tales fines. Tomarles fotograf?as para satisfacci?n sexual del perpetrador o un grupo de ellos.


               1.1.2. La agresi?n sexual directa:


        Tocar y masturbar a la ni?a (o) con fines sexuales en diferentes ?reas de sus cuerpos, especialmente las er?genas. Hacer que la ni?a o el ni?o acaricie a la adulta (o), lo masturbe o practique el sexo oral. Rozar el pene con el cuerpo de la ni?a o el ni?o, u otras partes del cuerpo pare buscar excitaci?n. Penetrar la vagina o el ano, con el pene, el dedo, u otro objeto.


        Estos actos casi siempre se den en ausencia de otra persona. En ocasiones un grupo de victimarios abusan a una ni?a o ni?o, o a un grupo de ellas(os) y cuando estos actos se acompa?an de crueldad f?sica y psicol?gica similares a los de la tortura, la victimizaci?n y sus secuelas se pueden convertir en asuntos mucho m?s complejos.


2) ABUSO SEXUAL:


Abuso sexual es el mismo tipo de situaciones, din?micas y relaciones, llevadas a cabo por extra?os(as), sin penetraci?n.


3) VIOLACI?N POR EXTRA?OS:


A la penetraci?n por extra?os de su pene, dedo, u otro artefacto en la vagina o el ano. Personas las cuales la ni?a o ni?o no hab?a conocido antes del hecho.


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DIN?MICAS TEOR?AS SOBRE EL INCESTO


B) LAS DIN?MICAS DE LA REALIZACION DEL INCESTO Y EL ABUSO

    SEXUAL


A trav?s de mi pr?ctica cl?nica he aprendido que el arribo a la etapa de contacto f?sico, abuso directo o violaci?n, en la mayor?a de los casos, no es un proceso r?pido, por el contrario, se den una serie de fases las cuales hen sido se?aladas por otras autoras.


Las fases son las siguientes:


 1. La fase de atracci?n consta de tres elementos


              1.1 Acceso y oportunidad a la v?ctima

              1.2  Relaci?n entre la v?ctima y ofensor (a)

              1.3  La incitaci?n conductiva usada por el ofensor (a) para  envolver a la v?ctima.


2. La fase de interacci?n sexual.


3.La fase del secreto. 


4.La fase de revelaci?n.


5. La fase de supresi?n posterior a la revelaci?n.


Estas cinco fases conservan la secuencia se?alada, y se den regularmente, con las respectivas variaciones individuales. Su repetitiva ocurrencia confirma su validez.


En la primera fase, los codificados son los siguientes hechos: en el abuso sexual y el incesto, la mayor?a de los ofensores son hombres o mujeres, que tienen acceso a las ni?as o ni?os; por lo tanto hay un gran n?mero de oportunidades para los ofensores.


En el incesto, por definici?n, los ofensores son familiares tan cercanos como el padre, abuelo, hermano, t?o (Finkelhor, 1984; Buttler, 1985; Russell, 1986; Herman, 1992; Batres, 1995).


En el abuso sexual o violaci?n (desde mi definici?n, si tienen relaci?n con la v?ctima, es incesto) los ofensores son, como lo confirman la mayor?a de los reportes: amigas (os), vecinos, sacerdotes, entrenadores, maestros u otras figuras con autoridad y acceso a las ni?as o ni?os (Russell, 1986; Finkelhor, 1988; Cover, 1995; Batres, 1995).


Este tipo de relaci?n facilita la oportunidad, y proporciona el poder derivado de la autoridad necesitada que el perpetrador necesita. Esta posici?n permite al ofensor la modificaci?n de los valores y percepciones de la ni?a (o), pare introducir los propios.


Es el momento de la manipulaci?n, donde el ofensor le dice a la ni?a (o) cosas tales como:



  • ?Que le hace esto porque la ama",

  • "Ella es especial",

  • "La adora"

  • "Es un juego"

  • "Lo hacen todos los padres"

  • "Lo hace porque est? en la Biblia".


Y una innumerable cantidad de argumentos manipulativos traslocadores de los valores de la v?ctima, de tal manera, que la violencia f?sica no es muchas veces requerida. Ofrecen apoyo y dinero ya sea afectivo o econ?mico a las ni?as o ni?os en situaciones dif?ciles.


E1 primer acercamiento sexual, no es siempre la violaci?n, sino ?sta se da a lo largo de un proceso lento, como cosquillas, "clases" sobre sexualidad, etc. En avanzada, tocan los genitales, el ofensor pide ser tocado, masturba a la ni?a, roza el pene sobre su cuerpo, etc.


En pocas situaciones, el primer contacto va acompa?ado de la penetraci?n y de la violencia f?sica, como el uso de armas. ?stos son los caves que a veces se denuncian ante los tribunales o salen a la luz p?blica.


El secreto constituye toda una fase dentro de esta din?mica. Se manifiesta cuando la manipulaci?n, el uso del poder, de la autoridad, del enga?o, de la amenaza o de la violencia, se utilizan pare que la ni?a o el ni?o no revelar lo que les est? sucediendo. Con frecuencia el abusador se coloca como v?ctima, afirma que ser? encarcelado si ella (el) cuenta los hechos, o resquebraja su confianza afirm?ndoles que no les creer?n, o les trace amenazas abiertas o sutiles sobre la reacci?n de la madre, o reafirma el sentimiento de importancia y el nuevo poder que sus atenciones les proporciona a las v?ctimas, que en algunos casos han sido descuidadas, as? el ofensor les colma de un "amor especial', con favores y recompenses econ?micas, indicio de un claro aprovechamiento de la vulnerabilidad y necesidades de la peque?a ni?a (o).


Durante la revelaci?n, cuando las v?ctimas denuncian o es descubierto "el secreto", sea por sospechas, da?os f?sicos observables, infecciones o embarazos en el caso de las mujeres, la v?ctima corre el mayor de los peligros (Herman, 1992). Porque el ofensor cambia su papel de seductor aliado al de violador cruel, para convertirse en el peor enemigo (a) de la v?ctima. Ella (?l) se atrevi? a desmantelar el castillo familiar en donde el poder y control del ofensor fueron incuestionables. Si la sociedad ha reaccionado con la negaci?n y justificaciones que buscan la impunidad, con mayor raz?n la familia de la v?ctima o del ofensor, guardar?n silencio. Entonces la madre es a quien ahora el ofensor seduce en contra de la v?ctima.


Existe la creencia de que las madres reaccionan protegiendo al ofensor. En la realidad, es cierto que algunas de ellas responder con mecanismos de negaci?n y con conductas ca?ticas. No obstante, en mi experiencia, un grupo significativo de madres protege y creen a sus hijas (os). Es obvio, que el incesto produce un impacto tan devastador, de ah? que las madres experimenten un proceso complejo, pero cualquiera que ?ste fuese, no las hacen responsables del abuso. Por el contrario, cuando las madres apoyan a la v?ctima, muchas veces recibe el rechazo de algunos miembros de la familia y casi nunca son vistas por las (os) terapeutas como otras v?ctimas. Esta din?mica siempre la tengo presente pare comprenderlas mejor.


La retractaci?n, el silencio o la supresi?n consciente o inconsciente del abuso, es un desenlace frecuente. En los sistemas de justicia cuyo personal carece de capacitaci?n, eficacia y consciencia, el proceso de la denuncia y del juicio, son propios pare que la v?ctima se retracte.


A pesar de haber avanzado creando una mayor consciencia al interior de nuestro sistema judicial, el largo proceso promueve dichas actitudes, las cuales son apoyadas abierta o sutilmente hasta por los familiares quienes desean evitar la verg?enza p?blica. Si el ofensor se queda en case, la presi?n "para que todo se olvide" es fuerte, dado que generalmente ellos tienen grandes poderes. Con mayor raz?n si es el proveedor ?nico del hogar y utiliza esto pare manejar los hilos del control familiar.


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LAS ETAPAS DE LA RECUPERACI?N EN LOS S?NDROMES TRAUMATICOS


Es posible la recuperaci?n en los s?ndromes traum?ticos. Freud en sus primeros escritos (1893) se?al?:


"Los s?ntomas desaparec?an inmediata y definitivamente en cuanto se consegu?a despertar con toda claridad el recuerdo del proceso provocador y con ?l el afecto concomitante y describ?a el paciente con el mayor detalle posible dicho proceso, dando expresi?n verbal al afecto. El recuerdo desprovisto de afecto carece casi siempre de eficacia". (Obras completas, editado en 1988, pp. 43, 1988).


Originalmente la teor?a de Freud, establec?a que el origen de la neurosis, era la exposici?n de las (os) ni?as (os) a experiencias sexuales durante su ?poca de ni?ez. Con el tiempo cambi? esta teor?a, y afirma que la actividad sexual declarada no era tal, sino correspond?a a fantas?as de las (os) ni?as (os) y es dada poca importancia psicol?gica (Rush, 1980).


?l acept?, en 1924 en el texto "Omisiones a los Historiales Cl?nicos", que la historia cl?nica de Catalina hab?a sido cambiada. Freud dec?a que "Catalina no era la sobrina, sino la hija del hu?sped, o sea, que hab?a ca?do enferma bajo la influencia de seducciones sexuales por el propio padre" (Obras Completas, editado en 1988, pp. 138, 1988).


Estas omisiones de Freud y su cambio de teor?a han distorsionado el conocimiento, sobre la verdadera din?mica y los inmensos da?os psicol?gicos que cause la ocurrencia de incesto y abuso sexual infantil en las ni?as y ni?os.


No obstante, muchas psicoanalistas feministas hen revisado la teor?a de Freud. Cabe destacarse el trabajo realizado en Costa Rica por numerosas terapeutas costarricenses, al frente de las cuales est? Hauser, psicoanalista feminista. Ellas constituyen la Asociaci?n de Psicoan?lisis y Psicolog?a Social (ASPAS). En una publicaci?n Hauser expresa:


"En ninguna ciencia como en el psicoan?lisis hay tantas mujeres trabajando, pero sin duda hace poco tiempo que las psicoanalistas empezaron a levantar sus voces, como consecuencia y como parte de los movimientos feministas. Podemos constatar, que el psicoan?lisis, analizando y criticando la realidad social y los mitos que ayudan a conservar los sistemas sociales en el estatus quo, sin darse cuenta cre? un nuevo mito que es parte de la ideolog?a dominante patriarcal, y entre otro es responsable por el largo silencio de las mujeres psicoanalistas. Fue necesaria una lucha dura contra la instituci?n profesional, que desde el inicio tom? posiciones clasistas y machistas. La larga e intensiva formaci?n psicoanal?tica puede contener y estimular una representaci?n familiar de car?cter y poder patriarcal, como de hecho lo sigue siendo la sociedad internacional de Psicoan?lisis con sus exigencias de formaci?n elitista. ?C?mo podr?a ser diferente con un fundador tan carism?tico como Freud?


      Sin duda, hace mucho que Helene Deutsch, Melanie Klein, Anna Freud, Karen Horney, Edith Jacobson, Annie Reich etc., interven?an cr?ticamente en la sociedad psicoanal?tica, pero no es hasta en los a?os 60, a ra?z de luchas sociales en diferentes pa?ses que cruzaron tambi?n la sociedad de psicoanalistas, que se dividi? la instituci?n en diversas corrientes de acuerdo con su posici?n ideol?gica, y que las mujeres como grupo empezaron a investigar y criticar la teor?a psicoanal?tica desde un punto de vista de g?nero?. (Hauser, pp. 62, 1992).


[pagebreak:Y DESPU?S DE QUINCE A?OS]

Y despu?s de quince a?os


Gioconda Batres

Managua


 Introducci?n


       En esta exposici?n intento articular mi experiencia con sobrevivientes de incesto, a la luz de sus vivencias. El c?mo ellos han experimentado el incesto y sus procesos de sanaci?n. Estructurar, desde mi percepci?n nuevos aportes a la teor?a y a la pr?ctica la

Psicoterapia con v?ctimas y sobrevivientes y en la docencia de esta pr?ctica. Y sin ser muy pretensiosa examinar la respuesta social e institucional  frente al incesto en los pa?ses en que he trabajado con terapeutas.


      Corr?a el a?o 1984 cuando mir? con otros ojos la primera sobreviviente de incesto. Reci?n graduada de psiquiatra a?n estaba ciega de errores aprendidos en mi formaci?n. Por eso digo, mir? con otros ojos.

Desde entonces, hasta la actualidad algunas cosas han cambiando, pero no las suficientes.


Del incesto


      Si la palabra incesto les asusta, escuchemos lo que significa para una sobreviviente


La teor?a


      El incesto m?s frecuente es el incesto padre/hija. Las estad?sticas son contundentes en pa?ses en donde los mecanismos de recolecci?n de la casu?stica ha mejorado como Costa Rica y Nicaragua. En el resto de los pa?ses centroamericanos a?n la nebulosa del tema y la precaria estructuraci?n de las instituciones registra el padrastro como el principal victimario.


      Consideraciones de tipo pr?ctico, tales como que el padre es la figura m?s amenazante a la hora de tomar la decisi?n de la denuncia, inciden tambi?n en el subregistro arrojado por los parciales y a?n deficientes estad?sticas de la regi?n.


El padre, el padrastro, hermano, t?o, abuelo, maestro, m?dico, xxxxxx. Sin duda patriarcas con poder inmenso frente a la peque?a v?ctima, que en el incesto es fundamentalmente una mujer.

Evidente drama de terror, representa el paradigma de la victimizaci?n femenina. Un gran poder que produce impotencia y terror, el adulto m?s poderoso de su vida, su padre representa un peligro permanente.


[pagebreak:LOS ANTECEDENTES]

Los antecedentes



  • El incesto padre/hija


      La revelaci?n de que el incesto es un acto deleznable, traum?tico y destructivo, es un hecho reciente.

Las sociedades han sido reticentes ha aceptar esta verdad, a pesar de que cientos de mujeres abusadas sexualmente transitaron por los consultorios de nuestros eminentes padres de la psiquiatr?a y la psicolog?a y los respectivas patriarcas, eminentes tambi?n pero ciegos de paradigmas masculinos.

Frente a tanta ceguera, deliberada en casos como el de Freud, las explicaciones no pueden ser de ?ndole te?rica. Debe haber un velo ideol?gico. Algo o alguien necesitaba ser protegido.

El incesto es fundamentalmente una atrocidad cometida por los hombres del sexo masculino. Ni a?n las deficientes estad?sticas actuales pueden ocultarlo.


      Si vivimos y procedemos de sociedades patriarcales, sexistas y mis?ginas, lo m?s propio es que este sistema haya creado estructuras y ciencia para protegerse. ?C?mo entonces aceptar que los patriarcas, en forma oculta, abusaban desde hace milenios a las ni?as, a sus hijos, en el celestial hogar? Por defender el prestigio y el poder han mentido sobre el incesto. Esto nos remite a la actualidad. Frente a los gritos de los sobrevivientes, las denuncias de las organizaciones, una orquestada respuesta social sigue negando la existencia del incesto, reaccionando con indiferencia y hasta sorna ante las evidencias. No parece haber cambiado mucho nuestra sensibilidad, desde que en la cultura etrusca una princesa clamaba por no ser abusada por el poderoso soberano. Eso pas? hace cinco mil a?os.


      En ning?n pa?s del mundo la equidad ha sido lograda, nos dice la ?ltima Boletina de Puntos  de Encuentros. En ning?n pa?s del mundo el incesto ha sido eliminado.


      Las teor?as que culpan a las ni?as a?n est?n vigentes. Se ense?an en nuestras universidades como ?nica alternativa te?rica.

El patriarcado y sus defensores, sus apologistas suelen burlarse de nuestras demandas, cuestionamientos y teor?as. No hay evidencia cl?nica que las convenza, cuando siempre han usado sus importantes experiencias cl?nicas para apoyar toda clase de teor?as, ahora muy convenientemente no nos crean y hasta inventan un s?ndrome, ?el de la memoria inducida? para acusarnos de manipuladoras de cerebros y memorias.


      He observado con atenci?n a los sobrevivientes en terapia y con asombro confirm? que todas ellas tienen un nivel profundo de perturbaci?n, dolor, rabia e impotencia.


      Como el incesto inicia generalmente cuando la ni?a es peque?a, 5, 6, 7  a?os, aunque hay suficientes casos estremecedores de ni?as abusadas desde los primeros meses de vida, las v?ctimas sufren de grandes quebrantos y alteraciones en las etapas de desarrollo.


      El sentido del yo, de ser persona debe ser construido en un ambiente impredecible, en relaciones corruptas, caracterizadas por el control totalitario, el terror cotidiano, el aislamiento y el secreto impuesto.


      En este clima, debe desarrollar una identidad, su capacidad de autonom?a, su imagen y estima.

En este ambiente en donde se le trata como esclava o como una ni?a prostituta, que debe aceptar el abuso a cambio de cari?o.

?Cu?l imagen corporal sana puede desarrollarse, cuando su cuerpo debe estar noche y d?a a disposici?n del abusador?

?Qu? posibilidad de confianza cuando sus relaciones est?n dictadas por la traici?n?

?Cu?l autonom?a cuando su voluntad, su no, es permanentemente quebrantado.


      El abuso por lo contrario, congela a la v?ctima en un desarrollo precario, incipiente, en donde la dualidad entre la vida y la muerte es una constante.

Sus s?ntomas son los gritos disfrazadas de los secretos jam?s contados, los secretos que fueron tan terribles que no pueden ser dichos con palabras. Sus s?ntomas hablan de estos horrores.


LA RECUPERACI?N DE LOS S?NTOMAS TRAUM?TICOS


Los procesos que exige la recuperaci?n se completan a trav?s de tres etapas:



  • Primera etapa: Seguridad hoy


      En esta etapa he denominado ?seguridad hoy? y precisamente es el momento terap?utico para establecer las bases necesarias que permiten avanzar a la etapa de recuerdo y tiene que ver con la construcci?n de las m?nimas condiciones para estabilizar a la sobreviviente, preparada para enfrentar crisis, equilibrar sus crisis fisiol?gicas y somatizaciones e iniciar la construcci?n de alguna especie de esperanza.


      Esta es la etapa  en la cual se instauran la seguridad y algunos elementos b?sicos conductuales y afectivos para establecer el manejo del presente (Herman, 1992).


?Las primeras sesiones proponen como meta, el restauramiento del control y la seguridad, as? como el implantamiento de la alianza terap?utica. Se estimula la adquisici?n del control sobre el entorno, el aumento de las destrezas para rodearse de personas seguras, el rompimiento del aislamiento, la elaboraci?n de planes para su protecci?n, autocuidado y desarrollo del propio valor e importancia? (Batres, pp. 27, 1994).


      En la praxis, el desarrollo de este tipo de habilidades, planes y alianzas terap?uticas e interpersonales, puede durar mucho tiempo. A veces, hasta un a?o.


      Los principales objetivos de esta primera etapa se logran a trav?s de la fijaci?n de metas. ?stas, para efectos de la (?l) terapeuta, se dividen en: cognitivas, emocionales y de conducta (Ellis, 1980).


      La idea de este tiempo terap?utico, es ayudar mediante el an?lisis racional, a las integrantes del grupo o de la terapia individual, a identificar sus distorsiones cognoscitivas, ense??ndolas a manejar sus crisis depresivas, lo que les da mayor capacidad de respuesta a su entorno real, el cual en general es muy ca?tico. Estas t?cnicas pueden ser utilizadas durante toda la terapia. (Batres, 1994).


      La funci?n autonutriente se enfatiza en este per?odo por medio de tareas (Ellis 1980) que fijen la atenci?n en ellas mismas, en sus deseos, necesidades y placeres.


      Este tipo de t?cnicas deben reutilizarse durante todo el proceso terap?utico. Para esto como procedimiento ideal, las participantes deben llevar un cuaderno para registrar sus actividades y respuestas, lo cual sirve como memoria sustituta, dado que las sobrevivientes al estar sumidas en grandes desesperaciones y dolores suelen olvidar muchos aspectos de su terapia y tienen dificultades para observar sus progresos, adem?s que disocian muy a menudo los contenidos y sentimientos de la terapia.


      Este es el momento de establecer y afianzar la alianza terap?utica. Proceso que sufre altibajos durante todo el camino, por el gran miedo que tienen las sobrevivientes para confiar en otros seres humanos.


      Este v?nculo deber? tener una fortaleza aceptable para las sobrevivientes antes de que ella inicie la discusi?n del abuso. Dicho de otra manera ellas no deber?n discutir ni revelar los detalles del incesto si no existe esta alianza con la (el) terapeuta y entre los integrantes. Desde mi experiencia consolidar estos v?nculos, requiere, aproximadamente, un a?o.


      La alianza terap?utica tiene caracter?sticas muy especiales, debe basarse en la confianza, para permitir que la (el) terapeuta utilice metodolog?a directiva y persuasiva, sin que esto se convierta en un estilo de coerci?n, similar a la usada por el ofensor. Debe tener flexibilidad para promover un control rec?proco, en lugar de uno vertical, hay que saber intervenir para proteger, sin violar la autonom?a de la sobreviviente.


[pagebreak:SEGUNDA ETAPA:RECUERDO Y DUELO]

  • Segunda etapa: Recuerdo y duelo.


      En la segunda etapa, la sobreviviente relata la historia del trauma. La alianza entre ella y la (el) terapeuta debe estar fortalecida, es el tiempo durante el cual se escuchar?n los horrores del pasado.


      Este per?odo, debe tener la velocidad e intensidad que la sobreviviente tolere y no ha de iniciarse si se est?n dando otras crisis que le demanden a la cliente, mucha energ?a.

      Adem?s de los hechos, tambi?n pensamientos asociados a los mismos, ser?n reconstruidos. Involucran el reconocimiento y aceptaci?n de la ocurrencia del incesto, pues se rompen viejos patrones de silencio y secreto. Las defensas ?tiles en el pasado, ser?n desmanteladas, de manera que las sobrevivientes puedan reconocer lo que les sucedi? y trabajen el dolor, la ira, los mitos y hagan el duelo. Este reconocimiento y aceptaci?n, toma su tiempo.


      En esta segunda fase la cliente empieza a verbalizar lo que permaneci? en im?genes, sue?os, recuerdos intrusivos y sensaciones corporales.


      Comienza a hablar de lo que nunca hab?a dicho, de los secretos mejor guardados, las verg?enzas, las acciones y los detalles del abuso y otros aspectos que nunca comparti? con nadie.


      Es un momento de exigencias tanto para las clientes como  a la (el) terapeuta. Un tiempo en donde el recuerdo y el sentimiento son tan abrumadores, que la fuerza del grupo y de la (el) terapeuta, deben constituirse como un soporte monol?tico de apoyo, dados los quebrantos emocionales que pueden presentarse.


      Han de practicarse nuevamente las t?cnicas aprendidas en la primera fase dirigidas a conseguir seguridad, la (el) terapeuta ha de estar muy alerta ante intentos de suicidio o repliegues protectores y saber ?tomar el pulso?, para moderar la velocidad del proceso, tal cual lo necesitan las clientas (es).


      La forma de reconstruir la historia del trauma puede ser verbal o escrita, pero esta verdad escrita, debe ser le?da despu?s por la cliente en voz alta frente a la (el) terapeuta o al grupo, para no permitir que los sentimientos sean de nuevo disociados. La narraci?n puede ser revelada a trav?s de dibujos.


      La exploraci?n de los sentimientos asociados a los traumas y el relato de los hechos, es indispensable para la curaci?n.


      La (el) cliente necesita relatar con detalle el abuso. La (el) terapeuta y el grupo, la ayudar?n a darle la dimensi?n temporal a su experiencia. Ella estar? sinti?ndolo como cuando era ni?a. Es importante recordarle que ahora es el presente y que el peligro pas?. Ella es una adulta. Una carta de aliento escrita por ella a la peque?a ni?a, es un elemento de apoyo conmovedor, un abrazo tambi?n.


      Algunas clientes, sienten el dolor, la impotencia y el terror con tal intensidad, que no se sienten capaces de poder continuar. No, ya que presionar el avance del proceso. Si esto sucede, es necesario, a veces, bajar el tono, ir ?pian?simo?, hasta que la cliente pueda sentir seguridad en el momento y establecer la conexi?n con el presente y con el grupo, para proseguir.


      Es conveniente que la (?l) cliente exprese el sistema de valores que le ense?? el abuso sexual. Aqu? la (?l) terapeuta debe otra vez ?suministrar un contexto cognitivo, emocional y moral? (Ram?rez, 1996). O sea, ayudar a reconocer las distorsiones cognitivas, contestar interrogantes morales, c?mo: ??hay justicia en este mundo?, y otras preguntas similares por cientos de veces, para ayudarla a soportar el dolor emocional. Facilitar una nueva versi?n de los eventos la cual le permita encontrar la dignidad y el orgullo. Comprender los sentimientos intensos de esta fase. Despu?s de la revelaci?n, algunas esperan sentirse inmediatamente bien, pero la funci?n de la misma no es m?gica, es necesario integrar el recuerdo, el tiempo, el espacio y el ser. Es aprender que el pasado es el ayer y el presente es el hoy, en el cual viven. La verdad expresada restaura (Herman, 1992). Permite a la cliente reconocerse como valiente, digna, capaz de compartir esta denuncia testimonial.


      El profundo significado de la cura mediante la palabra, es parte de la esencia de la terapia y facilita la elaboraci?n de los procesos primarios y secundarios de los traumas en un ambiente de apoyo, seguridad y afecto, como debe ser este contexto terap?utico.


      Narrar los dolores, no es de por s? curativo, es una fase indispensable por la cual hay que atravesar, pero no la ?nica. Los s?ntomas no desaparecer?n por arte de magia. Adem?s de abandonar los viejos mecanismos puede ser una p?rdida para la sobreviviente, quien inconscientemente obstaculiza su desaparici?n.


      Las (os) clientes que han estado sometidas (os) a abusos cr?nicos, desarrollan una gran cantidad de s?ntomas som?ticos, y en este per?odo pueden exacerbarse. Me refiero al insomnio, cefaleas, problemas gastrointestinales. La medicaci?n puede ser ?til en este momento pero en forma transitoria. Los ansiol?ticos y antidepresivos son los mecanismos de elecci?n.


      Esta fase suele transcurrir lentamente porque enfrentarse a tanto dolor y recuerdos, fragmentados y olvidados, crea una gran resistencia.

Adem?s aceptar el da?o, les puede profundizar a las sobrevivientes, la sensaci?n de humillaci?n, porque a?n no pueden visualizar que sus vidas est?n llenas de valent?a y de honor.


      Los deseos de venganza y la ira, son emociones frecuentes en esta etapa, junto con el deseo de ser recompensadas por los ofensores. Este tipo de necesidad de compensaci?n, de justicia, de que se les pida perd?n, para sentirse as? libres de culpa y verg?enza, es totalmente v?lido. Pero por desventura casi nunca ocurre en la realidad.


      Otras veces la sobreviviente intenta sustituir el enojo por el perd?n. Seg?n Herman (1992) ?sta es una fantas?a para exorcizar el trauma y adquirir poder. Pero esto no es posible a trav?s del odio o del amor. Y el perd?n total nunca podr? ser dado si los perpetradores no lo han solicitado, o han intentado restituir lo da?ado y aceptado la totalidad de la responsabilidad.


      Con estas conductas no lograr?n obtener esa justa compensaci?n y ese triunfo. Parad?jicamente el mismo se dar?, cuando ella acepte el da?o, el dolor y cuando no necesite reparaci?n alguna de sus perpetradores.

Mientras exista esta fantas?a de victoria, el trauma seguir? ganando terreno.


      El uso de t?cnicas tales como la hipnosis u otras similares, que alteren la consciencia, son ?tiles, siempre y cuando las aplique una (un) terapeuta entrenada (o) y en un contexto seguro y terap?utico para elaborar los recuerdos obtenidos.


      La finalizaci?n de esta fase se puede medir, cuando la sobreviviente dirige su mirada hacia el futuro, cuando el dolor no ocupa toda su vida. Las pesadillas traum?ticas desaparecen, se regula el sue?o, hay momentos de intensa felicidad, los sentimientos de placer emergen, los v?nculos se disfrutan.


[pagebreak:TERCERA FASE: REINTEGRACION Y REVALORACI?N]

  • La tercera fase: Reintegraci?n y Revaloraci?n


      Las tres etapas por las que transitan las sobrevivientes de incesto y abuso sexual en su terapia, no se cumplen con rigidez esquem?tica en el proceso terap?utico. Se cruzan, reaparecen y desaparecen procesos durante las tres fases, los ?nfasis en cada una de ellas son diferentes. En la tercera etapa, el foco de la terapia es ?el desarrollo de deseo y la iniciativa? (Herman, 1992), el cambio de valores, el resurgimiento de la alegr?a, el fortalecimiento de los v?nculos y la reconexi?n con los dem?s.


      Las sobrevivientes han revelado sus traumas y revivido sus dolores. El testimonio les permite a ellas y al grupo, sentir la gran valent?a que poseen para haber sobrevivido a las torturas. Ahora la sobreviviente empieza a perder la culpa y la verg?enza y a valorar sus fortalezas. Asume con m?s claridad que la responsabilidad del abuso fue totalmente de los (as) adultos (as) que la abusaron y empieza a apreciar las nuevas relaciones sobre todo, las hechas en el grupo de acompa?antes solidarias de su doloroso proceso. En este momento cuestiona los valores distorsionados ense?ados por sus abusadores (as) y encuentra un sistema de valores personal, basado no en el odio, sino en la sabidur?a que implica el procesar el sufrimiento.


      Este es el punto para reconocer sus fuerzas. El pasado ha quedado atr?s, no sin dejar profundas huellas y sentimientos de dolor. Pero ya no es el presente eterno. Es el tiempo de planes, cambios y nuevos programas de vida.


      Es un per?odo en donde un n?mero importante de sobrevivientes desean romper las reglas del silencio fuera del grupo. Necesitan confrontar a sus abusadores (as), si lo hacen porque lo necesitan para legitimar su dignidad o fortaleza, deben estar preparadas para no esperar ninguna reacci?n positiva de la familia o los (as) ofensores. Sus familias se caracterizan por grandes disfunciones, negaciones masivas y sus ofensores ?han perdido la memoria?.


      La justicia como valor universal se examina en este ciclo y se reconocen sus limitaciones, pero la recompensa no gira alrededor de la denuncia, el sentido de injusticia social es claro, pero es m?s importante la dignidad que se ha adquirido.


      Surgen aqu? deseos de reinvidicaciones sociales, de ayudar a ni?as (os) y adolescentes, en la prevenci?n y tratamiento del incesto.

Participan en grupos, protestas o luchas, reactivan la b?squeda del cambio de la sociedad y sus instituciones.


      Es la ?poca de los amores. Terminan relaciones abusivas o se fortalecen v?nculos con los ya existentes. El afecto a la (el) terapeuta se transforma, hay menos magia y fantas?a, pero mayor ternura y amor. Es el tiempo de la vida.


      La sexualidad vuelve a ser cuestionada pero exenta de distorsiones.

Es aconsejable aconsejarlas sobre un plan de ?sexo seguro? que tenga que ver con lo que ella se puede permitir en la relaci?n sexual. Hay algunas formas de hacer el amor que la sobreviviente nunca podr? tolerarse.


      La autonom?a es un tema central. El an?lisis del papel tradicional de la mujer, es revisado a la luz de nuevos deseos de respeto y libertad. La frase ?nunca m?s me abusar?n? se convierte en su lema.


      Las sobrevivientes siempre tendr?n la posibilidad de volver a la terapia si as? lo requieren. Algunas han regresado, para procesos cortos que resuelven con mucho ?xito. Otras no buscan citas en a?os. Con referencia a la curaci?n comparto lo dicho por Herman (1989), ?No existe modo de compensar una atrocidad, pero si de trascenderla convirti?ndola en un regalo para otros? (Herman, pp. 196, 1992).


      La finalizaci?n de la terapia requiere de nuevos duelos, ahora manejados con una nueva visi?n de la vida que los hace muchos menos dram?ticos, no es un proceso f?cil. La terapia ha sido quiz?s, el sitio m?s seguro que hayan conocido. Donde aprendieron a confiar, se develaron, aceptaron las p?rdidas, reconocieron las injusticias. Pero tambi?n el lugar que les permiti? sentir que el afecto y la solidaridad son posibles. La (?l) terapeuta ?fue como la madre que no tuve? dijo una integrante y las compa?eras de grupo ?las hermanas, las amigas, el primer mundo con el que me conect??.


      La vivencia de tantas atrocidades, no permite a nadie la felicidad completa, lo cual es adem?s una idealizaci?n del ser v?ctima.


      Ser superviviente significa entonces aprender a vivir sin sucumbir en este mundo de injusticias, permitirse el valor de un poco de paz, de la alegr?a de relaciones sanas. Asumir el presente y un futuro, soltar una buena carcajada, apreciar el bien, pues han conocido lo que significa el mal.


[pagebreak:?QU? PASA HOY?]

?Qu? pasa hoy?


      Desde 1991, inici? un programa de capacitaci?n en el tratamiento de las v?ctimas del incesto. Con ese trabajo he conversado con terapeutas uruguayos (as), paraguayos (as), del Caribe y de Am?rica Central. Mis libros han recorrido otros pa?ses, M?xico, Ecuador, Chile, Argentina y Europa. Mi impresi?n dolorosa es que a?n en estos pa?ses el trabajo con sobrevivientes de incesto no se realiza. A?n existe la tendencia de incluir esta circunstancia en el gran canasto de las psicoterapias, o de otro tipo de violencia. Que las terapeutas no tienen ninguna formaci?n en la teor?a del g?nero y serias dificultades para comprenderla. He desarrollado una pasant?a y despu?s de la misma, pocas son las que han podido articular la teor?a y la pr?ctica terap?utica. Am?n de severas deficiencias que he visto en su formaci?n como terapeutas.


      A?n haciendo esfuerzos inauditos, muchos de ellos no podr?n alcanzar buen desempe?o como terapeutas pues cuentan con grandes lagunas en el abc de la psicoterapia.


      La teor?a del g?nero suele ser tan ajena a los psic?logos y psiquiatras que recibieron formaci?n tradicional, como lo es la Protagonia para nosotras.


      Nicaragua es el pa?s que desde la organizaci?n no gubernamental ha desarrollado, despu?s de Costa Rica en forma m?s  estructurada del tratamiento para las v?ctimas de incesto. En el resto de los pa?ses el tema sigue siendo una curiosidad irrelevante.


De las (os) terapeutas:


      Es cierto que hacer psicoterapia con sobrevivientes es desgastante. Somos los testigos de enormes injusticias y cr?menes de horror. O?r d?a tras  d?a las pesadillas infantiles, contadas tal cual fueron vividas, acompa?arlas por los oscuros t?neles de sus vidas imprimi?ndoles esperanza, no es tarea f?cil. Mantenerse firme en la confianza de su recuperaci?n cuando ellas se desbaratan llenas de im?genes dolorosas, exhaustas por los s?ntomas, aterradas por la desconfianza, el miedo al suicidio, la automutilaci?n, la furia o la anestesia afectiva, atenta contra nuestro equilibrio y nos agota. No tener el poder de sanarlas r?pidamente, como ellas quisieran, nos aturde.


      Peores que estas reacciones a las cuales terapeutas entrenadas (os) estamos preparadas (os) para enfrentar, existe un problema de fondo. En los sobrevivientes debemos romper todos nuestros valores seguros, poblarnos de ofensores s?dicos, mirar a nuestros padres y a nuestros compa?eros, investigarnos como v?ctimas, reconocernos en nuestra subordinaci?n.


      M?s que un problema de contratrasnsferencia es un miedo a la ruptura con el patriarcado.


      Aquellos que pudimos hacerlo, con todas nuestras contradicciones, tenemos grandes satisfacciones. Nos inspira un esp?ritu de valor, el que aprendimos de quienes decidieron denunciar la barbarie y asumir el valor por la vida con inmenso coraje, en medio del silencio sepulcral del patriarcado y sus patriarcas.


CONCLUSI?N


La igualdad, el respeto a los derechos de las mujeres son principios angulares de las Naciones Unidas, consagrados en la Declaraci?n Universal de Derechos Humanos, y en numerosos Pactos y Convenciones. La m?s reciente de ellas, la Declaraci?n y Programa de Acci?n de Viena, aprobados por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, en 1993.


Los Estados Partes deben garantizar el cumplimiento de estos derechos, su interdependencia, indivisibilidad y universalidad. Combatir la discriminaci?n por motivos de sexo, y reconocer las medulares contribuciones de las mujeres. Luchar por obtener la igualdad de las mujeres en la vida cotidiana y en otros ?mbitos de la sociedad. Pero reflexionar sobre los derechos humanos de las mujeres implica, tambi?n, el reconocimiento de que no hemos podido ejercitarlos en la misma forma que lo hen hecho hist?ricamente los hombres, viol?ndose, constantemente, nuestros derechos a disfrutar una vida libre de violencia en donde podamos ser rectoras de nuestra propia vida.


E1 terror secreto dentro de la familia debe desaparecer, especialmente de las vidas de las ni?as y los ni?os. Merecen crecer libres de la violencia sexual, vivir en una familia en donde la democracia interna sea una verdad. Una familia que no reproduzca las diferencias de poder determinadas por el g?nero.


Creo firmemente que solo en este tipo de familia se podr?n generar las transformaciones que nos exige la historia.


      Y para terminar, concluyo con el maestro Eduardo Galeano:


"La extorsi?n el insulto la amenaza el coscorr?n la bofetada la paliza el azate el cuento oscuro la ducha helada el ayuno obligatorio la prohibici?n de salir la prohibici?n de hacer lo que sienta


la prohibici?n de hacer lo que piensa y la humillaci?n p?blica son algunos de los m?todos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de familia.

Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad la tradici?n familiar perpetua una cultura de terror que humilla a la mujer, ense?a a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo.

Los derechos humanos tendr?an que empezar por casa."


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BIBLIOGRAF?A


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[1] Por razones estad?sticas y de comodidad ling??stica, cuando me refiera a ofensor lo har? en masculino y a v?ctima en femenino. Sin excluir la existencia de ofensores y de v?ctimas masculinas. Aunque se procura usar en todo e/ libro e/ lenguaje inclusivo.


 








Documento disponible en Dra. Gioconda Batres M茅ndez Directora Programa Regional de Capacitaci贸n contra la Violencia de G茅nero y Trauma Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevenci贸n del Delito y Tratamiento del Delincuente.
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